Aunque sus pies se desplazan inseguros,
sabe elegir el lugar de las pisadas.
Sumida en malestar disimulado
Le embarga la tristeza cada noche
cuando el insomnio le gana las espaldas,
pero suele caminar a trompicones,
evitando convertirse en un fantasma.
procura sortear sus sentimientos
y se tumba en un colchón amurallado
por sábanas que esconden sus lamentos.
Da rienda suelta al tropel que la desborda
cuando no puede contener algunas lágrimas,
mientras intenta vencer el miedo que la aborda
al recordar aquella noche desgarradora
Diástole y sístole laten con temor
y sobreviven a la hora del silencio,
mas poco a poco seguramente irá olvidando,
acunando en su corazón esas cálidas palabras,
las que la dieron fuerzas
cuando las penas quemaban.
cuando las penas quemaban.