Niego cualquier vestigio de afecto
mientras lío entre mis piernas
esta certeza masoquista
de que nunca voy a cansarme
de tu respiración agitada,
de tu saliva urgente,
de tu sudor agridulce
sobre mi vientre rijoso.
Habitan en mí
resignaciones autoimpuestas.
Hacer el amor
(contigo o sin ti)
siempre me entusiasma,
me concede tiempo
para no pensar (nos),
para no tener que confesar (te/me)
que (te) quiero cada día
un poco más,
que no sé cómo medir
este querer en desmedida,
ni cómo desmedirlo
sin hacer (me) más heridas.
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